En el Colegio ODI, entendemos la responsabilidad no solo como el cumplimiento de tareas, sino como una actitud integral ante la vida. En octubre, continuamos trabajando este valor desde un enfoque diferente: la responsabilidad emocional, un aspecto esencial para el desarrollo personal y social de nuestros alumnos.
La responsabilidad emocional implica reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones, así como ser conscientes del impacto que tienen nuestras palabras y acciones en los demás.
El valor de conocerse a sí mismo
Desde el enfoque constructivista, fomentamos que los niños sean protagonistas de su aprendizaje y de su bienestar emocional. En ODI, los alumnos aprenden a identificar lo que sienten, a expresarlo con respeto y a encontrar soluciones ante los conflictos cotidianos.
A través de dinámicas de grupo, cuentos reflexivos y actividades guiadas, los estudiantes comprenden que ser responsable también significa hacerse cargo de sus emociones y actuar con empatía.

La escuela como espacio seguro
Nuestro colegio promueve ambientes donde los niños se sienten escuchados y valorados. Las maestras acompañan cada proceso con paciencia y atención, ayudándolos a reflexionar sobre cómo sus decisiones pueden influir en los demás.
En actividades diarias —como los honores, los trabajos en equipo o la convivencia en el recreo— los alumnos ponen en práctica la responsabilidad emocional al cuidar su lenguaje, respetar los turnos y ofrecer ayuda cuando alguien lo necesita.
El papel de la familia
En casa, los padres pueden reforzar esta enseñanza preguntando cómo se sienten sus hijos, escuchando sin juzgar y celebrando cuando logran resolver un problema por sí mismos. Esto refuerza su autoconfianza y les enseña que la responsabilidad también se vive desde las emociones.
La responsabilidad emocional es el puente entre la empatía y la madurez. En Colegio ODI, educamos corazones y mentes para que nuestros alumnos crezcan conscientes de sí mismos y comprometidos con su entorno.


